El equipo de Schuster ya tiene su carácter.



Antes del choque de Valencia, mucha gente "saboría" cruzaba apuestas cabronas. No eran pocos los que negaban todo el crédito al equipo de Bernd. Se ha renunciado, voluntariamente u obligado por otros, a un equipo caro veterano y exquisito. Pero, sobre todo, amenazante, sobrenadaba en la memoria el 5-1 reciente que sacó los colores al peor Málaga de Champions.


El equipo exhibido en Mestalla por Schuster, pese a las bajas, fue justo lo opuesto a aquél soberbio once que aún tenemos fresco. Luchó hasta la extenuación y el calambre. Cortó el juego cuando era necesario. Y, pese a las bajas, las federaciones polacas (dado que UEFA premia el maltrato al Málaga, ya nos ha perdido el respeto todo el mundo) y las precauciones, dispuso de ocasiones para llevarse al menos un punto. Ironías de la vida que un inhabitual error infantil del siempre héroe Willy, nos privara de lo que hubiera sido una pequeñita pero muy justa gloria.


Schuster mostró su baraja de forma práctica e inteligente. Carece de ases y copas. Pero muestra espadas amenazantes desde el minuto uno al noventa. El oro y los comodines son los jóvenes valores que piden paso. Ante el equipo valencianista, Darder, Fabrice y Chen mostraron un aplomo impropio de sus edades. Sólo esas sensaciones animan y dan confianza.


La sombra de Soldado es gigantesca. Al Valencia, también mermado, le queda muy poco, más allá de los nombres y de Banega, ojito derecho de un desafortunado, no quiero pensar que deshonesto, Álvarez Izquierdo, que le perdonó la vida y las patadas. Viera apareció una vez. Postiga no existió. De anular su presencia se encargaron Angeleri y Chen. El valeroso panameño tiene tanto físico que le permite tapar huecos y acudir en ayuda de los compañeros. Tissone, una versión muy digna de Toulalan, lideró y abarcó terreno, robó y no se complicó. Darder, se desplegó generosamente. Fabrice, 17 esplendorosos años, lo intentaba una y otra vez, con el aplomo de un interior veterano. Morales y Duda pusieron algún balón notable pero faltaron fluidez, rapidez, precisión y automatismos perfectos.


El equipo de Schuster ya tiene su carácter. Evidente que aún no su excelencia en el juego. Pero todo se andará. Hay mimbres. Vemos suficiente pólvora y desborde. Cuestión de gustos, generosidades y apreciaciones. Hay carencias. Y ausencias. Mas los nuestros merecen ser dignos de toda la paciencia y apoyo que otorgamos en su día a los galácticos.

Faltan piezas muy significativas y de peso. Eliseu, una de ellas, tal vez vuelva algún día. Quizá cuando se lo permitan su rodilla de cristal, su sueño lisboeta y su malaje recalcitrante.

Pese a que apenas ha jugado dos partidos, la ausencia más notoria fue la del rubio Bartolo. Se echó de menos sobre el verde Mestalla su sombra veloz de correcaminos. Un estilete puede ser defendido. Dos, Pawlowski y Fabrice, diecisiete ilusionantes y descaradísimos años, se antojan mucho más dificultosos para el contrario.

Portillo ha de asumir liderazgo y galones, a base de carácter. Este equipo es más físico y joven que el de Pellegrini. Ha de tenerlo presente el joven genio paleño. Yo apuntaría a su agente, el exigentísimo y porculizador Quilón. Quizá, en vez de subirle el listón constantemente deba estar más pendiente de animarle y cuidarle para que la responsabilidad y la urgencia no le quemen las manos.

De tanto hablarlo, perdemos la noción de si la carencia de nueve es mito o realidad. Morales y Duda, toque y temple, no tienen casi a quién pasar. Pero ignoramos si la realidad que impone Tebas y que el Málaga asume "doucement", como acató la sanción UEFA, nos permitirán fichar al nueve soñado. Un nueve de ciencia ficción que sepa ver el hueco donde no existe y llegar al remate antes que el adversario. El nueve perfecto.

Y la guinda, la defensa. El principal temor, tras las bajas. El gran hallazgo en Mestalla. Podemos esperar a que vuelvan Weli, Sergio, Flavio y a que se conjunten. Chen, un valladar, un guerrero imponente. Ha conquistado el corazón de Schuster, con seguridad. Lástima lo de Willy. ¡Usa los puños, hombre!



De cualquier forma, la derrota no ensombrecerá un trabajo meritorio. Pasito a pasito. Sin estridencias. Pies en el suelo. Carácter.
No os fallaremos, chavales. Tendréis diez veces la consideración y paciencia que no negamos a los exquisitos. El espectador futbolero suaviza su impertinencia y modera sus exigencias con gol, el más suave de los bálsamos. Somos esencialmente resultadistas. Poned lo de ayer todos, siempre y saldremos adelante. ¡Enhorabuena!

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