Algún abrazo, varios saludos y poco más. Hélder Rosário dijo adiós en el vestuario del Málaga la semana pasada y se marchó por la puerta de atrás. El central portugués, pilar en el último ascenso y pareja de Weligton aquella temporada y también la siguiente, abandona el club después de tres años sin apenas jugar.
«Es una pena lo de Hélder, porque con esas condiciones...» Ha sido habitual escuchar este comentario en el seno del Málaga los últimos años. Su tendencia a coger peso ya le pasó factura en la recta final de aquella exitosa temporada que desembocó en el retorno a Primera División (la famosa 'mochila') y también en algunos momentos de la siguiente, con Antonio Tapia. Precisamente por ello se gestó la llegada de Cuadrado, aunque a la postre no afectó al rendimiento del portugués, que jugó más (23 partidos por los 14 del salmantino) y volvió a brillar junto a Weligton.
Pero fue mes y medio después, al regreso de las vacaciones, cuando el central luso sorprendió en su primera comparecencia ante los medios de comunicación al confesar que había llegado con sobrepeso y que había dedicado el periodo de descanso a ir «de barbacoa en barbacoa».
Aquellas palabras no sorprendieron en el vestuario. Hélder nunca fue un tipo con maldad. Al contrario. Sus inocentes declaraciones hicieron crecer aún más el malestar entre el cuerpo técnico encabezado por Juan Ramón Muñiz, sobre todo porque el asturiano ya le había leído la cartilla al central en la temporada del ascenso sobre sus excesos en las comidas.
Drástico régimen
Y así fue como se truncó la carrera de Hélder. Poco a poco fue dando pasos hacia atrás hasta permanecer el último año y medio en el Málaga sin pena ni gloria (desde enero de 2011), consciente de que no entraba en los planes de Manuel Pellegrini. El exceso de kilos de aquel verano de 2009 (en torno a la decena) fue una losa para el portugués. Ansioso por recuperar el peso y el porcentaje de grasa adecuados, el drástico régimen al que se sometió acabó por derivar en una lesión muscular tras otra.
El Málaga se salvó y Jesualdo Ferreira lo descartó, pero después su compatriota cambió de opinión al verlo ejercitarse (Sandro era entonces el gran valedor de Hélder). A la postre, más de lo mismo. De nuevo, problemas y más problemas. Y luego, con la llegada de Pellegrini, otro intento que tampoco convenció al chileno.
La inactividad jugó en contra de Hélder Rosário, porque al encadenar lesiones perdió el ritmo de competición adecuado para competir. Tuvo varias opciones para salir, pero ninguna le convenció. Y tampoco le llegó alguna interesante de Primera o Segunda. Fue uno más en la plantilla, aunque sin la más mínima opción. De ahí que se haya ido por la puerta de atrás.
Muchísimas suerte allá donde vayas, Hélder. La pareja Weligton-Hélder jámás se me podrá olvidar y tendré grandes recuerdos de ella. Hasta siempre.
Los tres partidos donde marcó gol: