Incertidumbre en tiempos de Champions. Y la Luna al alcance de la mano.

Debiera ser fiesta eterna en Málaga. Pero el Málaga actual parece escenificar la versión futbolística de los doce trabajos de Hércules. Ha de atender varias labores a la vez. Luchar en todos los ámbitos. Cuadrar el círculo del destino. Hacer más, con menos.

Es complicado vivir con incertidumbre. Es difícil gestionarla. Hacen falta inteligencia, temple, voluntad, positividad, resistencia a la frustración y sentido común para discernir lo fundamental de lo accesorio. No todo el mundo puede presumir de esas virtudes poco comunes.

Si enrevesado resulta abordar la incertidumbre, más truculento aún es gestionarla eficazmente en medio de una crisis. Durante las crisis, los entornos se vuelven extraordinariamente restrictivos. Las conductas que antes se catalogaban como válidas se tornan inservibles. La crisis actual, además, no parece una crisis al uso. Es una crisis galopante que a todos los órdenes afecta. Al planeta fútbol, opio del pueblo, más.

Si complejo es afrontar la incertidumbre en la actual crisis rebelde y omnímoda, más problemático es que te sancionen, discriminen y apliquen leyes y normas nunca antes formuladas. Si además desconoces qué criterios son los correctos para pilotar la nave, la labor podría parecer agotadora.

La bipolaridad de vivir la mayor gloria posible futbolística, la Champions, junto a la continua amenaza de la discriminación, el pesimismo, la agresividad y obsesión de algunos para con los intereses malacitanos, resulta frustrante. Y lo es para los esforzados seguidores que viven el fútbol como válvula de escape y para los profesionales. Aunque no debería serlo quizá tanto para estos últimos. Se supone tienen información y asesores adecuados.

El paradójico y tremendo contraste, disfrutar la gloria de la Champions capeando el temporal de un futuro incierto, ha de ser gestionado con eficacia. Es absurdo imaginar escenarios, cuando las escenas dependen de los resultados. Parecería más productivo buscar una cierta economía de las emociones. Concentrarse en conseguir el mayor logro posible. Y es que, en aras de la eficacia, todo lo que no suma, resta. Y todo lo que no resta, suma. Y suma porque no resta. Y resta porque no suma. La concentración es la clave del éxito. La distracción, debilita.

La única variable positiva sobre la que se puede actuar es conseguir los mejores resultados posibles. El Málaga parece gloriosamente vivo en Champions y en una excelente situación en Liga. La plantilla ha de liberarse de la opresión del entorno. Aislarse de toda presión accesoria. Hacer piña. Sólo hace falta actuar con determinación para alcanzar la gloria. La vida rara vez da segundas oportunidades. Los objetivos, secuenciales y bien definidos. "El Valladolid, lo único importante. El Oporto, lo más importante. Concentración. Determinación. No hay miedos. No hay dolor. Concentración. Determinación"... El mantra del éxito.

Como decía el Zaratustra de Nietzsche, clásico de la filosofía, "lo que no te mata te hace más fuerte". No hay tiempo para lamerse las heridas. Si la fortaleza suma, hagámonos más fuertes. Es tiempo de actuar. Esta es nuestra oportunidad milenaria. El color del cielo es el de la camiseta malaguista.

Que nadie nos distraiga ni confunda. Por encima de azar, intereses y vanidades, el destino está en nuestras manos. La Luna casi se puede tocar extendiendo los brazos, con la punta de los dedos. No renunciemos a alcanzarla. "Lo que no vieron nuestros abuelos, lo verán nuestros hijos".