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22 Ago 2012, 15:00
Te miro y no te reconozco. Estás tan guapa... Acostumbrado a verte vestida de domingo, informal. Ahora todos se fijan en ti, tengo miedo a que pierdas la humildad que me enamoró. Aprovechemos el momento. Todavía recuerdo cuando te conocí, siendo un chaval, y con mi padre como testigo. Desde entonces hemos vivido muchas alegrías, también tristezas. Te he visto enferma, incluso querían que desaparecieras. A pesar de la distancia que ahora nos separa, es imposible sacarte de mi cabeza. Aunque esta noche te hayan vestido como a una reina, no olvides que a mí me gustas de todas las maneras. Dedicado a La Rosaleda, el templo de los malaguistas.