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12 Mar 2012, 08:00
El domingo, el Real Madrid. En el partido de la primera vuelta la noticia más relevante no fue la celebración de Cristiano y Marcelo emulando al ya mundialmente conocido Michel Telo. El protagonismo, sin desearlo, fue para Van Nistelrooy, precisamente por no disputar un solo minuto. Meses después el holandés, una estrella consagrada, ya ha logrado su mejor gol como malaguista con lecciones a diario de compañerismo y compromiso.
Van Nistelrooy se quedó el sábado otra vez sin jugar y encadenó así su cuarto partido inédito consecutivo. Pero una vez más fue uno de los más activos primero en el banquillo, donde no paró de animar, y después en la banda, con una tensión fuera de lo normal en una gran figura de su nivel mientras realizaba ejercicios de calentamiento. Y de nuevo nada más concluir el encuentro fue el primero en dirigirse al centro del campo para felicitar uno a uno a sus compañeros -resulta llamativo cuando lo hace con su teórico competidor, Rondón- y agradecer a los aficionados su apoyo.
Ese es Ruud van Nistelrooy, un profesional con mayúsculas, muy en la línea de otro delantero centro de época que deslumbró al malaguismo y que dejó una honda huella en todos los que pudieron convivir con él, Julio César Dely Valdés. Ejemplo en el trabajo y el esfuerzo cada día. Modelo de rectitud y modestia.
Escasez de llegadas
'Van Gol' empezó la pretemporada como un tiro y recibió la confianza de Manuel Pellegrini desde el primer día, por delante de Rondón. Sin embargo, el holandés pagó la discontinuidad del Málaga en su juego, reflejada en la escasez de llegadas al área contraria. Y después de asumir estas carencias se implicó al máximo, en exceso. Su enorme trabajo en la primera vuelta pareció más propio de un futbolista joven, y no de un veterano de 35 años. Sus movimientos sin balón, su presión, sus caídas a las bandas, su alejamiento del área contraria para recibir la pelota... Además, sin esperar nada a cambio, consciente de que podía repercutir en no engordar su cuenta goleadora. Como así sucedió.
Poco a poco Van Nistelrooy comenzó a desgastarse hasta ofrecer una imagen nada agradable por ser quien es. Precisamente tuvo que ser sacrificado al descanso en el choque de la primera vuelta en el campo del Levante, con evidentes síntomas de agotamiento y ya con mínima participación en el juego. A partir de ahí su papel ha sido muy menor.
Los datos son elocuentes. En una vuelta completa estuvo dos partidos lesionado (contra el Betis y el Granada), en seis no llegó a actuar (contra Real Madrid, Sevilla y los cuatro últimos) y solo fue titular en tres encuentros, frente al Rayo, al Sporting (en Gijón logró el gol de la igualada) y al Barcelona. Desde que se superó el ecuador del campeonato, en los siete partidos de la segunda parte, solo dispuso de nueve minutos contra el Mallorca y ofreció una jugada marca de la casa.
Condición física
En todo este periodo uno de los momentos más significativos protagonizados por Van Nistelrooy se produjo cuando concluyó el partido en San Mamés. Con el estadio vacío, se ejercitó durante más de un cuarto de hora junto al preparador físico José Cabello. El delantero holandés tiene asumido su rol de suplente en esta fase de la temporada, pero se afana en la puesta a punto para encontrarse en plenitud de facultades cuando el técnico chileno lo requiera en caso de necesidad.
De momento Van Nistelrooy no aporta en los terrenos de juego, pero todos en el vestuario coinciden en que el mejor gol del holandés se produce de puertas adentro, con una profesionalidad insuperable y un compromiso y un compañerismo extraordinarios.