05 Ago 2012, 10:47
El proyecto de la cantera se hizo sin reparar en gastos, pagando 3.000 euros a entrenadores a tiempo parcial, ahora debe hasta los menús desde diciembre y los colchones para las nuevos en la residencia
Redacción / Málaga | Actualizado 05.08.2012 - 08:55
Una de las promesas más enfatizadas por los dueños del club a su llegada fue la de la cantera. "¿Para qué comprar superestrellas pudiendo formarlas?", se preguntó en voz alta Abdullah Ghubn. A la sombra de fichajes de campanillas para el primer equipo, el club se fijó en modelos como los exitosos de Villarreal y Espanyol para afirmar sin ambages que La Academia sería "la mejor de Europa". En efecto, la ambición no tuvo límites. A día de hoy, a expensas de los recortes que lleguen a la cantera, su presupuesto es de 6 millones de euros. Habría sido el quinto en la pasada Liga Adelante tras el Hércules (6,5). Daría para hacer un equipo con el que soñar con el ascenso a Primera División.
Pronto el propio Ghubn dejó claro su mensaje. No dudó en presentarse en casa de Brahim Abdelkader, un prometedor niño de 10 años puesto en el escaparate nacional a raíz del famoso torneo alevín de Brunete, el caladero de los Iniesta, Fernando Torres o Llorente. Charló con él en persona para disuadirle de los cantos de sirena del Barcelona. "Si eres buen chico y estudias, te regalaré mi coche cuando cumplas 18 años", prometió al chico, tan boquiabierto como sus vecinos del modesto barrio de Dos Hermanas cuando vio allí aparcado su celebérrimo Pagani Zonda HH (está valorado en más de un millón de euros). Fue un golpe de efecto para la base. Aquí ya no se fugan talentos; se crían, vino a decir a todos.
Con la clara consigna de profesionalizarlos, la reestructuración de los escalafones inferiores empezó a vertebrarse en torno a nombres de calado. El primero de ellos, Julen Guerrero. El bilbaíno afincado en Marbella mantenía históricos escarceos con el Málaga hasta que por fin cuajó su llegada como director del Departamento de Tecnificación. Pero el nombre más importante fue el de Manel Casanova, considerado el mejor captor de talentos de España. El hombre milagro del Espanyol. Casi una veintena de chavales modelados por él se hicieron jugadores de Primera en menos de una década. Ello permitió a los catalanes maquillar una dura recesión y hasta sellar permanencias casi quiméricas en la élite. En marzo de 2011 fue anunciado oficialmente como director de La Academia y dio relevo a Antonio Fernández, por entonces muy encima del filial y auxiliado en la cantera por el veterano Antonio Benítez y su equipo.
El malogrado José Carlos Pérez apostó fuerte por él y le encargó "un Málaga fantástico". Sin cortapisas ni más directrices que las propias. El presupuesto de la cantera se fijó en casi 6 millones de euros, prácticamente un 4% del global de la entidad (150 millones). En el club periquito, Casanova gestionaba el 9% de los fondos globales, aunque la proporción resultaba bastante menor. Antes de eso, había optado a dirigir la base sin éxito un grupo integrado por técnicos de la ciudad, que presupuestaron el coste en 600.000 euros. El ex del Espanyol pronto se puso manos a la obra.
A expensas de buenas nuevas con respecto a la Ciudad Deportiva, dividió el fútbol base en cuatro destacamentos y profesionalizó todo lo que pudo. Hasta la recién terminada temporada, hasta seis miembros integraban los cuerpos técnicos de cada equipo de cantera: primer y segundo entrenador, preparador de porteros, utillero, fisioterapeuta y delegado. Todos retribuidos, algunos con sueldos fuera de mercado por encima de los 3.000 euros y sin dedicación plena. Cuestión pionera en la historia de la entidad.
Después de que su ojo clínico haya traído en torno a una cincuentena de nuevos talentos, emerge por encima de todos el del portugués Alfredo Silva. Si por su biotipo futbolístico a Brahim le comparan con Messi, el caso del lisboeta de 11 años lleva obligatoriamente al espejo de Cristiano Ronaldo. Cualidades innatas, fuerte temperamento, origen humilde. Ambos viven en Guadalmar con sus familiares en casas alquiladas por el club, claro guiño a las esperanzas depositadas en su mañana y a la apuesta por retenerlos. Se trata de su mejor gestión desde el plano individual en este tiempo en Málaga, amén de resistir las continuas tentaciones del Barcelona al entorno de Brahim para llevarlo a La Masía.
El mayor éxito de la base con Casanova queda muy reciente: la clasificación para la final de la Copa del Rey juvenil (el Málaga cayó 1-0 con el Espanyol). Su artífice, Alberto González, está ahora en la calle. El club esgrimió un abandono en la elaboración de informes de rendimiento, argumento negado por parte del técnico, quien aseveró a este periódico que las razones que le dio para su marcha fueron "falta de feeling". Su plaza la tomó Carlos Antón uno de los hombres fuertes que trajo Casanova para su mandato con el cargo de coordinador de metodología. Ahí radica una de las cuestiones que más se achaca al director de La Academia durante su ejercicio, incluso dentro del club: la desnaturalización de lo autóctono en favor de futbolistas y técnicos de origen catalán. En su círculo privado, algunos empleados y futbolistas de los escalafones inferiores aseguran que el uso constante de esa lengua en presencia de los que no la entienden ha llevado a crear facciones y malestar en algunos vestuarios.
Ahora que la deuda es insostenible, también llegará la recesión a La Academia, que tiene que rebajar su altísimo presupuesto. A diferencia de su homólogo en el primer equipo, Antonio Fernández, el director de la cantera conserva su puesto. El catalán ha empezado a hablar con los ocho futbolistas que incorporó recientemente al filial para renegociar a la bajas sus emolumentos, entre otros José Emilio Guerra, llamativo habida cuenta de que tiene 30 años. 70.000 euros anuales tenía firmados el más económico de ellos, 140.000 el que más. Además, algunos de ellos con bonificaciones de hasta 250.000 euros para sus clubes de procedencia en caso de ascenso a Segunda B. Su nuevo entrenador, Josep Clotet, dobla los emolumentos de su antecesor, Rafa Gil. En el Loja, último campeón del grupo IX de Tercera, en el que sigue militando el Atlético Malagueño, el sueldo más alto ascendía a 1.200 euros; el salario tipo bajaba de los mil. Además, la mayoría de sus futbolistas compaginaban el fútbol con un trabajo a media jornada para subsistir.
Los proyectos de austeridad siempre necesitan a la cantera, así que el Málaga intentará mantenerla. Aunque va contrarreloj. Algunos de sus empleados ya han tenido que pedir préstamos ante el impago de sus nóminas. Esta misma semana una empresa de colchones llamó a la residencia blanquiazul, sita en la Universidad Laboral, donde viven más de sus 60 canteranos, para reclamar una factura de 8.000 euros correspondiente a 80 colchones que los dirigentes de Martiricos contrataron para satisfacer la demanda de jugadores en sus estancias. Incluso con la amenaza de pasar a retirarlos. No podrán hacerlo, ya que la demanda solo se podrá interponer con el Málaga. Nada ajeno a la propia residencia, que ya ha comunicado a la entidad de Martiricos que o pagan el alquiler de sus servicios o tendrá que solicitar el abandono de las instalaciones por parte de las futuras promesas del equipo. El propio bar Estadio, modesto comercio que suministra los menús a los canteranos, lleva sin cobrar los cargos al Málaga desde el pasado mes de diciembre.
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