Ismael Díaz dirigió el banquillo malaguista en la campaña 97/98 donde logró ascender de Segunda B a Segunda División. El técnico regresó ayer a La Rosaleda para reencontrarse con su exjugador Basti y quiso atender a los medios del Club, con los que compartió algunos recuerdos de su paso por el Málaga CF.

Regreso tras 20 años

“Desde el ascenso, que cumple 20 años en este mes de junio, no venía por aquí. Dar este paso de meterme dentro donde tuve tantas emociones intensas, donde viví tantas situaciones tan duras y tan bonitas, me costaba a nivel emocional”.

Recuerdos imborrables

“Me hace mucha ilusión saber que con este balón el Málaga dio un salto tan cualitativo de Segunda B a Segunda. Estoy viendo, como si fuese una bola de cristal, todas las caras de estos señores que me acompañaban ese día en el vestuario, todas las lágrimas, todos los esfuerzos que tuvimos que hacer que están reflejados y vinculados en este balón”.

Afición, patrimonio del Club

"Si es grande este Club no es porque tenga esta posibilidad, estas posibilidades económicas y materiales las tiene gracias a que hay un sentimiento de un aficionado, sea de Málaga o de fuera, que está por encima de vicisitudes, de categorías, de luces más bonitas o materiales más hermosos. La Rosaleda es un sentimiento y el Málaga, obviamente, da sentido a ese sentimiento. Esta es la catedral de ese sentimiento. Son vicisitudes, se puede bajar o subir, pero lo que no se puede tener, cuando no se tiene en un club, es un sentimiento como el que tiene la afición del Málaga. Es el gran patrimonio de este Club”.

Experto en no bajar los brazos

“Viví, precisamente en este escenario, la experiencia de que se nos diese por muertos antes de tiempo. Vi a este equipo levantarse y resucitar y por tanto de este Málaga espero lo mismo. Que, por lo menos, dentro del vestuario no tiren la toalla hasta el último día”.